El Hagakure (葉隠 que significa "a la sombra de las hojas" o
"escondido en la vegetación") es una obra literaria japonesa escrita por Yamamoto Tsunetomo (1659-1719),
un samurái que en el siglo XVIII se retiró a las montañas para escribir las
reglas del bushidō, con la intención de que fueran útiles a las
generaciones venideras.
Se trata de un
compendio de los ideales de los bushi tradicionalistas.
En los años de Tsunetomo muchos bushi despreciaban las viejas usanzas de los de
su clase y se enriquecían con ardides considerados innobles por las personas
civilizadas del Japón de la era Tokugawa, como el comercio (en aquella
época los comerciantes eran el último eslabón de la pirámide social en Japón). Esto le movió a escribir este libro en
el que se describe por primera vez el bushidō, es decir el código guerrero de los samurái.
A continuación se presenta un
fragmento del hagakure que habla sobre la forma correcta de criticar o corregir
a otras personas.
La critica a los demás:
Reprender y
corregir a alguien por sus errores es importante. Este acto esencialmente
caritativo es la primera obligación del Samurai. Pero hay que esforzarse en
hacerlo de la manera conveniente. En efecto, es fácil encontrar cualidades y
defectos en la conducta del prójimo. También es igualmente fácil criticarlo.
La mayoría de las personas se imaginan que es por gentileza que dicen a los otros lo que no desean oír, y si alguna vez sus críticas son mal acogidas, piensan que los otros son incurables. Tal manera de pensar no es razonable. La misma da tan malos resultados como colocar a alguien en una situación embarazosa o bien como si alguien los insultara. Esto no es más que una mala manera de sacar lo que nos pesa en el corazón.
La mayoría de las personas se imaginan que es por gentileza que dicen a los otros lo que no desean oír, y si alguna vez sus críticas son mal acogidas, piensan que los otros son incurables. Tal manera de pensar no es razonable. La misma da tan malos resultados como colocar a alguien en una situación embarazosa o bien como si alguien los insultara. Esto no es más que una mala manera de sacar lo que nos pesa en el corazón.
La crítica sólo
debe intervenir después de haber discernido si la persona la aceptará o no,
después que uno se ha hecho amigo de ella, de haber compartido sus intereses y
de haberse comportado de manera tal que nos concede su entera confianza para
que tenga fe en nuestras palabras. Luego interviene el tacto. Hay que sentir el
buen momento y la buena manera de ejercer su crítica - por carta o al regresar
de una reunión particularmente agradable-. Hay que empezar comentando nuestras propias fallas y luego llevar a su interlocutor a comprender, sin pronunciar
más palabras de las necesarias.
Hay que alabar
sus méritos; esforzarse en darle ánimos, en preparar su humor; volverlo tan
receptivo a las observaciones del mismo modo que el hombre sediento lo es al
agua. Es entonces cuando hay que corregir sus errores. La crítica constructiva
es delicada.
Sé por
experiencia que las costumbres malas y antiguas, no ceden sin fuerza. Me parece
que la actitud más caritativa consiste, para todos los Samurais
al servicio de un mismo Daimyo, en ser benevolentes y amistosos los unos con los
otros, y corregir mutuamente sus errores para servir luego al Daimyo. Poniendo a
alguien voluntariamente en una situación embarazosa no se hace nada
constructivo. ¿Cómo puedes corregir a alguien si lo difamas?
Sobre el autor:
Yamamoto Tsunetomo (山本常朝 12 de junio de 1659-1719) fue
un samurái vasallo del clan Nabeshima, de la provincia Hizen.
Tuvo una frágil salud en su infancia, y, a la edad de nueve años, su señor, Nabeshima Mitsushige,
le tomó a su servicio.
Se dedicó durante treinta años a su señor y a su clan, llegando a convertirse en un guerrero samurái altamente respetado. Al llegar Yamamoto Tsunetomo a los cuarenta y un años de edad, en 1700, Nabeshima Mitsushige fallece. Tsunetomo no pudo tomar la vía del suicidio ritual, el seppuku, puesto que su señor lo había anulado como práctica en 1660.
Se dedicó durante treinta años a su señor y a su clan, llegando a convertirse en un guerrero samurái altamente respetado. Al llegar Yamamoto Tsunetomo a los cuarenta y un años de edad, en 1700, Nabeshima Mitsushige fallece. Tsunetomo no pudo tomar la vía del suicidio ritual, el seppuku, puesto que su señor lo había anulado como práctica en 1660.
Opta por retirarse, influenciado por el budismo y el confucionismo, a un monasterio cerca del
castillo de Saga, en Kyushu. Allí es donde, desde 1709 hasta 1716,
Yamamoto Tsunetomo se reúne con el joven Tashiro Tsuramoto, que unifica todas sus
lecciones en el Hagakure, El
Camino del Samurái, que pasa a ser su obra más conocida. El Hagakure se
guardó en secreto en el clan Nabeshima durante dos siglos, hasta que finalmente
se hizo público en la era Meiji. Desde
entonces, el Hagakure ha influenciando el desarrollo de una
cultura, así como ha servido de base para el bushidō.
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