Bushido |
El Bushido, que literalmente
significa "El Camino del Guerrero", se desarrolló en Japón entre las
eras Heian y Tokugawa (Siglo IX-XII d.C). El Bushido era el código, la ley, que
regía las vidas de los samuráis, una clase de guerreros similares militarmente
a los caballeros medievales europeos, pero radicalmente distintos a ellos en
sus vidas cotidianas, fuera de la guerra. Los samuráis seguían un ceremonial
específico cada día de su vida, así como en la guerra.
Los factores que hicieron el
Bushido son pocos y sencillos. Así de simple, el Bushido creó un modo de vida
para mantener unida a una nación a través de sus tiempos más problemáticos, a
través de guerras civiles, desesperación e incertidumbre. Nacido a la vez de la
filosofía, la religión y las artes marciales orientales, el Bushido encuentra
sus principales fuentes en las tres escuelas de pensamiento oriental más
influyentes del Japón feudal: el Budismo Zen, el Confucionismo y el Sintoísmo,
tres corrientes filosófico-religiosas que, durante mucho tiempo (y aún hoy en
día) dividirá a la población japonesa en confucionistas, budistas y sintoístas.
Sin embargo, en torno al siglo X d.C, estos tres pensamientos tan dispares y a
la vez tan parecidos entre sí concordarían para dar lugar a un código ético-moral-militar
único, tanto en su concepción como en su mensaje, pues este código pone el énfasis en la lealtad, el auto-sacrificio, la
justicia, el sentido de la vergüenza, la educación, la pureza de espíritu, la
modestia, la humildad, el espíritu marcial, el honor y el amor.
Del Budismo, el Bushido toma la
relación con el peligro y la muerte. El samurai no teme a la muerte ya que
cree, tal como enseña el Budismo, que tras la muerte se reencarnarán y volverán
a vivir otra vida en la tierra. Los samuráis son guerreros desde el instante en
que se transforman en samuráis hasta el momento de su muerte, ellos no tienen
miedo al peligro. Además a través del Zen, una escuela del budismo, se puede alcanzar
el definitivo "absoluto". La meditación Zen enseña como concentrarse
y alcanzar un nivel de pensamiento que no puede ser explicado con palabras. El
Zen enseña como conocerse a sí mismo y no limitarse. El samurai utilizaba esto
como una herramienta para desembarazarse del miedo, la inseguridad y finalmente
los errores. Estas debilidades podrían matarlo.
El Sintoísmo, otra doctrina japonesa,
da al Bushido su lealtad y patriotismo. El Sintoísmo [1] incluye la veneración a los ancestros, lo cual
hace a la Familia imperial la fuente de la nación. Esto da al Emperador una
reverencia casi divina. El es la representación del Cielo en la Tierra. Con
semejante lealtad, el samurai se compromete con el Emperador y a su Daimyo [2] o
señor feudal, samurai de mayor rango. El Sintoísmo también proporciona la
columna vertebral del patriotismo y el respeto hacia su propio país, Japón.
Ellos creen que la Tierra no está para satisfacer sus necesidades mundanas, es
la residencia sagrada de los dioses, los espíritus de sus antecesores... Bajo
este convencimiento La Tierra es así respetada, cuidada, protegida, alimentada
y amada por el hecho de estar haciendo uso de una maravilla que no les
pertenece.
El Confucionismo proporciona sus
creencias en las relaciones con el mundo humano, su entorno y su familia. El
Confucionismo da importancia a las 5 relaciones morales entre maestro y siervo,
padre e hijo, marido y esposa, hermanos mayor y menor, y amigo y amigo. Son
estas relaciones con los demás lo que persigue el samurai. Sin embargo el samurai
no está de acuerdo con muchos de los escritos de Confucio. El samurai cree que el
hombre no debe sentarse y pasarse todo el día leyendo libros, ni debería estar escribiendo
poesías todo el día: un intelectual especialista era considerado como una máquina.
En vez de eso el Bushido cree que el hombre y el universo fueron hechos para ser
semejantes tanto en espíritu como en actitud. Un samurai es pues un hombre de acción reflexivo.
Junto con esas virtudes, el
Bushido también sigue con sumo respeto la justicia, benevolencia, amor,
sinceridad, honestidad, y auto-control. La justicia es uno de los principales
factores en el código del samurai: caminos torcidos y acciones injustas son consideradas
denigrantes e inhumanas. El amor y benevolencia eran virtudes supremas y actos
dignos de un príncipe, no había mayor gloria para un samurai que la de poder ayudar
a los demás. La sinceridad y la honestidad eran tan valoradas como sus vidas. Bushi
no ichi-gon o "La palabra de un samurai" trasciende a un mero pacto
de confianza y completa fe. Cuando un samurai daba su palabra era su propia
vida lo que ponía como garantía, razón por la cual ningún pacto, tarea o misión
de un samurai fue jamás recogida por escrito. El samurai también necesitaba un completo auto-control y estoicismo para
ser totalmente honroso. No debían mostrar en público signos de dolor o alegría.
Soporta todo interiormente, ya que tiene prohibido gemir ni llorar. Siempre mostraba
un comportamiento calmado y una compostura mental que hacían que ninguna pasión
de ningún tipo debería interponerse. Esta educación tan dura era necesaria
para llegar a ser un verdadero y completo guerrero, y los samuráis lo
aceptaban.
En Japón la clase guerrera era
conocida como samuráis, también llamada bushi. Formaron una clase durante los
siglos IX y XII. Emergieron de las provincias de Japón para transformarse en la
clase gobernante, hasta su declive y total abolición en 1876, durante la era
Meiji. Los samuráis eran luchadores expertos en las artes marciales. Tenían
notable habilidad con el arco y la espada y también eran grandes jinetes. Pero
lo que de verdad fascinaba al pueblo llano japonés era su modo de vida, la
lealtad total del samurai a su Emperador y a su Daimyo. Los japoneses sabían
que los samuráis eran honestos y de total confianza, vivían vidas frugales sin
intereses en la riqueza y cosas materiales, pero con gran interés en el orgullo
y honor. Eran hombres de valor verdadero, los samuráis no temían a la muerte y
por eso entablaban batalla sin importar cuales fueran las dificultades. Morir
en la guerra reportaría honor a su familia y a su señor.
Los samuráis preferían luchar
solos y cuerpo a cuerpo, sólo utilizaban el arco cuando la batalla era masiva y
nunca lo hacían de buen grado, pues consideraban las armas a distancia innobles
de un guerrero. Esta especial filosofía de combate hacía que la gente viera a
los samuráis como la antítesis de los ninjas [3] . En batalla un Samurai
"invocaría" el nombre de su familia, rango y hazañas. Entonces
buscaría un oponente de similar rango y batallarían. Una circunstancia propia
de los samuráis que a los occidentales nos suele horrorizar es el hecho de que,
cuando un samurai acaba con su oponente en buena lid, le decapita para así tras
la batalla retornar con las cabezas de los oponentes vencidos que acreditar así
su victoria. Las cabezas de los generales y aquellos con alto rango que el
samurai había vencido eran transportadas de vuelta a la capital y mostradas en
las celebraciones y similares para gloria del guerrero vencedor.
Pero sin duda, lo que más nos
impresiona a los occidentales de esta clase guerrera era la disposición que
tenían para morir, hasta el punto de que la única salida para un samurai derrotado
en combate y aún con vida, era el suicidio ritual: el seppuku. Seppuku [4], que
significa “desentrañamiento”, es un ritual sagrado por el cual una persona entrega
su vida a cambio de recuperar el honor perdido en vida. Este ritual consta de
dos fases, la primera es el corte en sí, un corte profundo en el vientre, de
izquierda a derecha y con un ligero descenso de la trayectoria, provocado con
una de las armas de la persona que desea restaurar su honor y efectuado siempre
por sí misma. La muerte se produce por la pérdida de sangre. El objetivo es que
la persona que efectúa el seppuku no sólo muera, sino que sus entrañas queden
expuestas, de ahí el nombre. La segunda fase es la decapitación del cuerpo ya
inerte, y debe hacerlo una persona querida de la persona que decide hacerse el
seppuku. En el caso de los samuráis, el que efectuaba la decapitación era otro
samurai amigo suyo. Esta forma de suicido también se realizaba cuando un samurai
iba a ser capturado e interrogado por el enemigo, aún cuando no hubiera sido derrotado
en combate. Los samuráis también recurrían al seppuku para dar ejemplo a sus
semejantes (en particular a sus superiores), pues si un samurai recibía una
orden de su Daimyo con la que no estaba de acuerdo, el samurai no podía negarse
a cumplirla, excepto claro si recurría al seppuku para advertir con su muerte
al Daimyo de lo erróneo de su conducta: debe ser duro para un general de campo
ver como tus hombres prefieren morir a cumplir tus órdenes. No es de extrañar,
y es que un samurai preferiría matarse a si mismo antes que traer deshonor y
desgracia al nombre de su familia y a su Señor. Esto era considerado un acto de
verdadero honor.
Y así, con este código de
conducta tan duro y a la vez tan coherente, los samuráis alcanzaron su máximo
esplendor durante los años 1400 y 1500 d. c. En torno al 1600 los distintos
feudos del Japón se unieron por fin, y con ello la paz llegó al país del Sol Naciente,
las batallas habían cesado por fin. Entonces, avanzado el final de la era Tokugawa,
entre el 1700 y 1800 d.C, Japón comenzó a abrirse al resto del mundo y se encaminó
hacia una vida más modernizada, mas "occidental", un mundo donde los samuráis
(convertidos ahora en poco más que justicieros nómadas) ya no tenían cabida. Los
samuráis y su modo de vida fueron oficialmente abolidos en los primeros años de
1870. No había lugar para los hombres de honor, para los guerreros, para los
samuráis…y con todo no han sido olvidados, es algo que da que pensar.
[1] El Sintoísmo es, hoy día, la
religión dominante de Japón. Es una de las facetas japonesas que más choca a
los occidentales, sobre todo esa veneración y respeto a los muertos. Es más, en
Japón no creen en fantasmas, están convencidos de su existencia como entes
malignos de personas innobles atrapadas entre los dos mundos. Todas esas
películas japonesas de fantasmas que ahora están tan en boga no son más que historias
y leyendas reales (en el sentido de que se han contado) que han circulado
durante años en Japón.
[2] Título con que se designaba a
los samuráis de mayor rango, generalmente nobles y señores feudales japoneses,
que seguían a su vez el código Bushido. Su figura era la contraposición de los
Shogun, los dictadores japoneses que gobernaron el país hasta mediados del siglo XIX, aunque se sabe que
más de un Daimyo cedió al poder y abandonó el código Bushido para abrazar los
excesos y riquezas del shogunado.
[3] El ninja o shinobi era otra
clase de guerrero japonés. La clase shinobi era la encargada del espionaje y de
cometer asesinatos sin ser vistos. Esta metodología de lucha era muy mal vista
y por eso los guerreros ninja gozaban de muy mala fama. Sin embargo se sabe
que, al igual que los bushi, los shinobi poseían su propio código de honor, el
ninpo, y que llegar a ser shinobi exigía tanto sacrificio y dedicación como la necesaria
para llegar a ser un samurai.
[4] También conocido como
Hara-Kiri.
Fuente: http://img7.xooimage.com/files/c/4/7/an-nimo_-_bushido..._samurai-1496a85.pdf